En los últimos años, la tendencia en nuestro país es clara: cada vez más familias contratan servicios de ayuda a domicilio para las personas dependientes; concretamente el 77% de las mismas eligió esta opción en 2015, año en el cual el crecimiento del sector fue de un 13%.

Los motivos parecen evidentes: por un lado, el menor coste económico de la ayuda a domicilio frente al ingreso en una residencia, que requiere destinar aproximadamente el 90% de la pensión a su pago mientras que la asistencia domiciliaria se cubre, de media, con el 30% de la misma.

La segunda causa es el deseo de los propios usuarios del servicio, pues un 85% de las personas mayores prefiere seguir viviendo en su domicilio habitual, que les ofrece una mayor comodidad y, en general, unas mejores condiciones de vida, pues sus costumbres, objetos y entorno social no se pierden, la persona mayor evita pérdidas de memoria y puede seguir manteniendo su ritmo de vida normal.

En tercer lugar podemos hablar de la especialización del sector, pues anteriormente se consideraba que los servicios de ayuda a domicilio estaban destinados únicamente a personas que aún podían valerse por sí mismas, pero que cuando se volvían dependientes era necesario ingresarles en una residencia donde recibirían una atención más especializada. Afortunadamente esto ha cambiado y las familias españolas se han percatado de que es perfectamente posible recibir los mejores cuidados, a cargo de personal altamente cualificado, en el propio domicilio del interesado.

Geriasistencia ha experimentado un aumento del 15% en la contratación de servicios asistenciales en el hogar durante el año 2015, crecimiento propiciado, entre otras cosas, por la gran profesionalidad de los trabajadores que integran su plantilla, que realizan tareas imprescindibles con el mayor, como labores de rehabilitación, terapia ocupacional o llevar su medicación al día, lo que en numerosas ocasiones evita la terrible consecuencia de un ingreso hospitalario nunca deseado.